El yo interior


«El yo exterior, el yo de los proyectos, de las finalidades temporales, el yo que manipula objetos con el fin de tomar posesión de ellos, permanece completamente ajeno al yo escondido, interior, que no alberga proyecto alguno y que no busca ningún logro, ni tan siquiera el de la contemplación. Tan solo quiere ser, y moverse (porque es dinámico) según las leyes secretas del mismo ser, y de acuerdo a los impulsos de una Libertad Superior (esto es, de Dios), antes que planificar y obtener logros que obedezcan a sus propios deseos.

El yo interior es precisamente esa identidad que no puede ser engañada ni manipulada por nadie, ni siquiera por el diablo. Es como un animal salvaje muy huidizo que jamás aparece cuando detecta la cercanía de la menor presencia extraña y sale al exterior únicamente cuando todo está en perfecta calma y en silencio, cuando nadie le molesta y está solo. Nadie le puede hacer salir mediante engaños porque no responde a otro señuelo que no sea el de la libertad divina.

Triste es el caso de ese yo exterior que imagina ser contemplativo y busca alcanzar la contemplación como el fruto de un esfuerzo planificado y de la ambición espiritual. Asumirá actitudes diversas, meditará sobre el significado interno de sus propias posturas y tratará de fabricarse para sí mismo una identidad contemplativa: pero mientras esto sucede, no hay nadie allí. Tan sólo un yo ilusorio, ficticio, que se busca a sí mismo, que lucha para crearse a partir de la nada, y cuyo ser se mantiene por su propia compulsión, preso de una ilusión privada.

La llamada a la contemplación ni es ni puede dirigirse a ese yo«.

Thomas Merton.

La experiencia interna.

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Una respuesta a El yo interior

  1. sapomen dijo:

    me encanta, que verdad verdadera.

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